En el Salón del Hotel Enjoy de La Serena, se inauguró oficialmente el III Congreso Hispanoamericano de Derechos Humanos, bajo el título “Democracia, Seguridad y Derechos Humanos en el Siglo XXI”. Este evento, organizado por la Universidad del Alba, la Universidad de Burgos y la Red Hispanoamericana de Derechos Humanos Francisco de Vitoria, se llevará a cabo los días 7 y 8 de octubre en La Serena, y los días 10 y 11 de octubre en Chillán.

Entre los paneles temáticos, desarrollado el primer día, en las dependencias de la Universidad del Alba La Serena la primera “Inteligencia artificial y derechos humanos”, en el que participó Santiago Bello Paredes, presidente de la Red Hispanoamericana de Derechos Humanos Francisco de Vitoria y decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Burgos; Constanza Basoalto Riveros, Jefa de la Carrera de Derecho de la Universidad Santo Tomás en Talca; Armando Hamel Ortúzar, ingeniero civil de la Universidad de Chile y magíster en Ciencias por la Universidad de Berkeley; y Víctor Rojas Vásquez, Doctor en Historia de la Universidad de Erfurt e investigador del Observatorio Social de la Universidad del Alba.

En su charla, Santiago Bello Paredes abordó el tema “La gobernanza de la IA”, reflexionando sobre la capacidad de las máquinas para pensar. Explicó que la gobernanza de la inteligencia artificial no debe entenderse como opresión, exclusión o eliminación de la IA, sino como la creación de reglas claras que permitan su uso adecuado. Señaló que, bien utilizada, la IA puede ser una herramienta poderosa para reducir inequidades en sistemas jurídicos públicos en todo el mundo. También mencionó a Alan Turing, pionero de la inteligencia artificial, y las regulaciones del Reglamento Europeo.

Por su parte, Constanza Basoalto presentó los resultados de investigaciones sobre el uso de la IA en procesos judiciales. Comentó que la IA está presente en muchas actividades cotidianas, desde redes sociales hasta plataformas digitales, y que incluso está influyendo en áreas del conocimiento humano como el arte. Basoalto señaló que en países como Argentina y Colombia ya se están utilizando sistemas de IA en el ámbito judicial, mencionando ejemplos como el “juez robot”, que emula el comportamiento de un juez humano para emitir decisiones sin intervención humana. También destacó sistemas expertos que replican el trabajo de abogados en procesos como el divorcio, facilitando trámites legales sin necesidad de asistencia letrada.

La académica Constanza Basoalto expresó que la inteligencia artificial no es autónoma, ya que depende de la información proporcionada por personas naturales, generalmente los programadores, quienes diseñan los algoritmos y determinan su respuesta a favor o en contra.

Durante su intervención, planteó la pregunta de si la AI puede mejorar la eficiencia y el uso del tiempo en el proceso judicial, o si, por el contrario, podría representar una amenaza para los derechos fundamentales involucrados en dichos procesos. Su análisis se centró en distinguir las distintas funciones que se llevan a cabo en el ámbito judicial, clasificándolas en dos tipos: las administrativas, que tienden a ser más mecánicas, y aquellas que requieren mayor capacidad intelectual, particularmente las relacionadas con el rol del juez.

Respecto a las funciones administrativas, Basoalto señaló que estas suelen ser objeto de críticas por generar demoras en el proceso judicial, y sugirió que la IA podría contribuir positivamente en mejorar la eficiencia y el uso del tiempo en estas tareas. Sin embargo, al referirse a las funciones que requieren un mayor nivel de análisis y juicio, indicó que, aunque la IA podría ser una herramienta útil, no debe confundirse con la idea de un “juez robot”.

En tanto, Armando Hamel Ortúzar, ingeniero civil de la Universidad de Chile, magíster en Ciencias por la Universidad de Berkeley y exalumno de Derecho de la Universidad del Alba, abordó en su intervención la dimensión moral de la tecnología. Señaló que, a lo largo de la historia, desde civilizaciones antiguas como Mesopotamia y Egipto, la humanidad ha reconocido que el respeto por la vida y la libertad es un elemento esencial de nuestra naturaleza. Subrayó que la concepción del ser humano como un ser único ha sido un principio central en el desarrollo de los derechos.

Hamel Ortúzar explicó que la creación de estos derechos está profundamente ligada a la idea de que somos individuos con características irrepetibles, lo que ha sido un aspecto clave en la evolución de la humanidad hacia el respeto de la libertad y la dignidad personal. En su reflexión, también hizo referencia a la teoría atómica de Dalton, destacando que la fusión de energías cósmicas puede verse como un paralelo con nuestra unicidad como seres humanos. Señaló que, en contraste, la inteligencia artificial tiende a generar respuestas promedio basadas en datos agregados, lo que plantea un desafío en cuanto a cómo puede afectar la percepción de la singularidad humana en el contexto de los derechos fundamentales.

Finalmente, Víctor Rojas Vásquez, doctor en Historia por la Universidad de Erfurt e investigador del Observatorio Social de la Universidad del Alba, presentó su tesis central, en la que sostiene que el pueblo es la fuente del derecho público y que el ser humano es superior. a cualquier Estado. Argumentó que pensar lo contrario es inclinarse hacia el totalitarismo, citando a George Gentile, y afirmó que el Estado es un epifenómeno, una entidad que debe servir al desarrollo pleno de las libertades y la dignidad.

Rojas propuso que debemos concebir la tecnología como un nuevo epifenómeno al servicio del ser humano, y no al revés. Subrayó que, aunque en los siglos XX y XXI se ha avanzado en la protección de los derechos humanos en el ámbito analógico, aún no se ha discutido con la rapidez necesaria sobre los derechos de las personas en el entorno digital. La falta de regulación adecuada para garantizar el control humano sobre la inteligencia artificial (IA), advirtió, podría poner en riesgo la existencia

Víctor Rojas Vásquez abordó las aplicaciones de la inteligencia artificial en diversos ámbitos, tanto públicos como privados, señalando que, a pesar de las expectativas de imparcialidad, los resultados obtenidos mediante el uso de IA no están exentos de sesgos ni de marcos mal definidos. De hecho, advirtió que la IA puede amplificar prejuicios y perpetuar esquemas problemáticos y prácticas injustas.

Las implicancias de esto en la toma de decisiones son profundas, ya que subrayan la importancia de la rendición de cuentas. Rojas enfatizó que, aunque se utilicen sistemas de IA, es fundamental que un ser humano asuma la responsabilidad final por las decisiones implementadas. En este sentido, insistió en que las IA no poseen estatus moral; sus programas pueden ser modificados libremente sin que las máquinas tengan conciencia de lo que ocurre. Así, el dilema ético no radica en el algoritmo en sí, sino en las personas que lo diseñan y lo manejan.

Al hablar de estatus moral, Rojas se refirió a dos criterios clave: la sensibilidad y la sapiencia, y reforzó la necesidad de garantizar el derecho al control humano sobre la IA, evitando delegar en estas tecnologías decisiones cruciales que deben estar bajo la supervisión.

La jornada concluyó con una ronda de preguntas del público, lo que permitió una interacción directa con los panelistas, generando un espacio de diálogo y reflexión sobre los temas tratados. Para aquellos interesados ​​en ver el evento completo, los invitamos a acceder a la grabación disponible en el siguiente enlace: Ver grabación del evento .